jueves, 25 de diciembre de 2008

Mi quehacer navideño

O Carmen María de vacaciones

En la vida, estamos sometidos a una intensa presión para “hacer cosas”. La actividad continua no sólo cuenta actualmente con gran prestigio social, sino que es uno de los pilares de nuestro sistema económico. ¿Qué derecho tiene la gente a pasarse las horas muertas sin hacer nada, sin comprar nada, sin gastar nada, sin ir a ningún sitio, sin consumir energía, ni pagar entrada?

Sin embargo, uno de los recursos más valiosos del bienestar es no hacer nada, aprender a crear desde el aburrimiento, a ver surgir valiosas iniciativas desde un tiempo dedicado a la contemplación…por eso hoy me dedico a papar moscas, pensar en las musarañas, a patear la pared desde mi hamaca mientras sigo, por minutos, el vuelo de una pelusa sobre un dorado rayo de sol.

Y todo esto en mi look decembrino favorito. :P

sábado, 20 de diciembre de 2008

Germinó una estrella


Duele salir del fondo del pozo,
duele la carne empapada y a salvo,

duele toda esa miseria perdida,

los restos de luz
que quedaron aferrados abajo.

Aunque se sabe estrella,

llora su humanidad que ha quedado el fondo,
pero no del todo.
y se siente como muerta,
pero ha resucitado germinado en el lodo.


(De nos ser porque aún sigue adolorida,
Se diría que no es de carne el rojo

como de joya ardiente, de su herida).


Dolorosa y expectante en su llegada,

como brilla entiende que todavía está oscuro.

Abierta y luminosa como punto de partida

como se duele siente que todavía es humana,

Y ya salvo en la noche de su espera estrellada,

como vive, ella sabe que por siempre es divina
.

jueves, 18 de diciembre de 2008

Donde todo empieza


Hace rato acostada en mi cama escuchaba a mi gata ronronear y leía una novela. Las últimas palabras del capítulo: “el lugar en donde todo empieza”, me conmovieron, porque el relato está lleno de dolor y de esperanza, lo mismo que la vida. Y pensé que el dolor y la esperanza son también un lugar de comienzo. Me incorporé, (mi gata también) y sonreí entre lágrimas porque ya estoy de vacaciones, porque dejo atrás tanto dolor y tanto aprendizaje, y estoy en duelo y me siento liberada. Porque dejar atrás situaciones, dinámicas, lugares, siempre significa hacer espacio para que la vida se llene de otras experiencias. Y yo sé (ahí está la esperanza) de que van a ser luminosas y enriquecedoras.

Luego fui a ver a mi hermana Cecilia quien acaba de dar a luz a su segunda niña. La primera, Maricarmen, con sus dos añitos es toda una cariñosa hermana mayor que sin embargo, está un poco necesitada de apapachos especiales. Pero para eso estoy yo, que la adoro, y juntas nos fuimos a caminar por el andador que atraviesa las calles de su colonia, y recogimos flores de todos colores, para admirarlas después en el interior de su sombrero. Y es que aquí en Yucatán, en pleno invierno los árboles y arbustos florecen y puedes ver las calles llenas de color a causa de las bugambilias, los ciricotes con sus flores anaranjadas y las enredaderas cuajadas de hilos rosa brillante. Y ya sé que este párrafo no se sigue del anterior pero tenía ganas de contarles lo de las flores.

Después regresé a casita para continuar leyendo y disfrutando de la soledad que se me antoja más que nunca. Y en esas estaba, acostada en mi camita, rodeada de mis libros favoritos. (mágicos, acogedores) cuando me rescató una amiga de mis sopor vacacional y fue entonces cuando me alegré una vez más de lo encantadoras que son mis amigas y del regalo que son las relaciones humanas.

Ahora mi plan es descansar, recuperarme y consentirme de este cierre de año tan intenso y telenovelesco, para iniciar el 2009 con mi nueva rutina de escritora (siento vértigo) de la que planeo compartirles aquí mis chocoaventuras.

martes, 9 de diciembre de 2008

Este invierno

Al borde del error,
a punto de perder el equilibrio
en una inclinación sutil
no del todo prevenida
una luz feroz me parte a la mitad,
me salva de mí misma, me aleja,
me desangra (me hace llorar)
Y purifica.

Acostumbrada a no olvidar
a ir más allá de mí
por estar con todos los demás,
no en beneficio de mí misma,
esa luz feroz me muestra la verdad,
me desarma de toda mi bondad
y me recoge nuevamente
en la semilla.

En este invierno nítido
(a fuerza de la luz), puedo reposar,
mirar hacia delante,
empezar a crecer al borde del amor
hasta que una inclinación desprevenida
me haga tropezar,
y me precipite ya de lleno
en esta vida.

Carmen María

miércoles, 3 de diciembre de 2008

Escribo hacia adelante, como vivo.

“Aquello que los demás llaman desvío, es el camino que uno ha encontrado”. Koremblit


Eran las once de la mañana y terminé de dar mis clases, así que me dirigí a la oficina de la directora de la preparatoria donde trabajo y le pregunté si tenía tiempo para que habláramos unos minutos. Accedió. Así que me senté frente a ella y le solté: Quiero dejar la materia de la que soy titular. ¿Por qué? Porque quiero dedicarle tiempo y esfuerzo a mi formación como escritora.


Me duele el estómago. Estoy contenta. Hoy cobré mi aguinaldo y al mirar mi cheque supe que en muchos años no recibiré una suma parecida. Sólo daré las clases del taller de creación literaria: cuatro horas a la semana. A veces pienso que pagaría por estar en ese taller, lo vale cada minuto. Hoy estábamos sentados, como es nuestra costumbre, con las sillas formando un círculo. De pronto a un alumno le pareció ver que había una motita de luz sosteniéndose en el aire en medio de nosotros. ¡Ahí está! ¡Miren! De pronto todos habíamos despegado nuestros ojos del papel y señalábamos llenos maravilla y sorpresa la pequeña manchita que…no, no era una motita de luz, era una minúscula araña. Fue un momento mágico.


Justo ahora no sé cómo explicarme. Cómo compartir la alegría existencial que siento por mí misma. Quise compartirla con mi amigo el poeta. Nada. Temo llegar con mi enorme sonrisa y anunciar: “He dejado mi maravilloso trabajo porque estoy apostando por mi trascendencia en la escritura”. y mirar la incredulidad en los rostros de mis amigos. Pero, (me pongo en el lugar de la gente práctica) ¿quién puede garantizarme que esto sucederá, que podré salir adelante en mi apuesta por la literatura, que soy capaz de lograrlo? De igual manera, ¿quién puede decirme que no es posible? Parece que no me queda de otra que creer en mí, descaradamente, con alegría, sin pretensiones, sin antecedentes, pero eso sí, con mucho trabajo. Hace unos días un talentoso y muy joven alumno me decía: __¡Carmen María, quiero ser famoso!__ Que eso no te preocupe ni te desvele,__ le contesté,__ mírame a mí: jamás he deseado ser famosa, y sin embargo, lo seré.