Dicen por ahí que algunos grandes escritores, como Petrarca, pensaron que iban a trascender con sus escritos cultos y muy trabajados, y en realidad pasaron a la posteridad por lo que escribieron al margen, en el dialecto de su localidad y de manera informal. ¿Por qué? Pues porque así comunicaron más, fueron más auténticos, y por lo tanto, eso único que ellos eran logró traducirse en las palabras que llegaron al corazón de la gente.
Y es que de eso se trata, de comunicar, de hacer universal la experiencia particular, de arriesgarse con las palabras, con las formas, a través de la gramática, por encima de ella, escribiendo algún género particular o inventando uno; publicando libros o… usando los blogs. Sí, los “blogs” son ahora ese lugar indeterminado, (literariamente hablando) una especie de tierra de proscritos, a quienes los escritores de libros desprecian y al mismo tiempo temen. (Claro, los hay habitantes de ambos mundos).
Ahora que escribo esto caigo en cuenta de que yo siempre me he sentido cómodamente al “margen” del mundo literario institucionalizado. No me interesa pertenecer a ninguna de las dos agrupaciones oficiales de escritores de mi estado, con todo y que he sido alumna o maestra de quienes presiden esas reuniones. Tampoco me cuadro a las tendencias temáticas o de forma de lo que se escribe ahora, aunque intento aprender de todo. Lo que más me satisface de mis elecciones, es la especie de independencia de lo que yo soy, a las trampas que el ego suele ponerles a quienes quieren escribir. He llevado un camino lento, ahora tal vez más decidido, y tengo muy en claro lo que pretendo y construyo:
Escribir, y que ello tenga que ver con la comunidad, con lo comunitario, con lo integral. Comunicar, y animar a comunicar y describir ese mundo que siempre puede ser mejor en común si ponemos amor y creatividad en él. Escribir al margen, al centro, en todos lados, leernos mutuamente, dedicarnos poemas, leer a dúo, y derribar con nuestras voces las fronteras.
2 comentarios:
saludos, otramaría
fue un gusto estar en mérida
Gracias por la visita. Una hermosa última frase, "derribar con nuestras voces las fronteras". Eso sí, yo me imagino más otras fronteras que las que dibujamos en el mapa, las fronteras del alma...
un abrazo
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