sábado, 20 de junio de 2009

Infusión


“Hágase la lluvia” dijo dios, mientras se servía una taza de té de Azahar. Una gota cayó sobre el mantel casi blanco de la nada, escurriendo como si fuera un tren que rueda lentamente sobre otra rueda más grande, precipitándose sobre la creación.


Y la lluvia “se hizo”: amarillo pálido, orín fecundo. Sobre esas aguas, aleteaba una flor de azahar.

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