miércoles, 18 de marzo de 2009

El amor o la indefensión


El año pasado murió Ana Laura, de un lupus que no le diagnosticaron a tiempo. Mi amiga Carla sigue padeciendo dolor en el estómago y las articulaciones de las manos debido a la esclerodermia. A mí todavía me duele sentir de pronto que no sé cómo defenderme, que está a punto de pasarme algo muy malo, que alguien quien pienso me quiere, me va lastimar. Eso se llama indefensión. Las enfermedades autoinmunes como la esclerodermia y el lupus se nutren de indefensión. Cuando ésta no es conciente, pero sabemos que necesitamos poner límites o barreras, entonces surgen estas placas de células malignas que dirigen la fuerza de la agresión hacia adentro.


¿Qué es lo contrario a la indefensión? Cuando yo era una niña enferma de esclerodermia una sanadora me regaló a Perlita, mi muñera desde los cinco años. Me dijo que si dormía con ella me cuidaría. Tener algo físico a qué aferrarme durante los terrores nocturnos fue un principio. Otro gran paso fue sentir el cuidado de mis padres y no su violencia. Su colaboración y no su antagonismo. Hace mucho tiempo que, contra todos los pronósticos, sané de la esclerodermia, pero todavía no he terminado de sanar del miedo. Dicen que lo contrario del miedo es el amor, pero no me imagino, aunque quiero no sólo imaginarme, sino verlo hecho realidad, las dimensiones de un amor que sane tantas enfermedades, tanta soledad.


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