Sacudo mi calcetín, esperando escuchar sonido de campanitas.
Paso a paso, el calcetín se acerca al hueco de su destino.
Únicamente los calcetines sin par llegan a ser estrellas del guiñol.
Puso todo de sí a sus pies. No estaba enamorado, sólo era un calcetín.
Hay muchos calcetines sin pareja. Y no falta quien les busque citas a ciegas.
Este fue un brevísimo homenaje a quien siempre nos ayuda a ponernos en pie: el calcetín.
Porque nunca sabemos cuál será el siguiente calcetín que perderemos, aprendamos a valorarlos.
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