jueves, 23 de abril de 2009

Con la puerta abierta


Después de tantos cambios de domicilio ahora sé que mi casa es el lugar en donde me siento segura. ¿Un patio oscuro y húmedo, amplio y con olor a hierba? ¿Una habitación luminosa en donde se escuchen risas? ¿Una hoja en blanco y una caja de colores de esas que tienen una Blanca Nieves estampada de un lado y una bruja amarilla del otro? ¿Una capilla que huela escandalosamente a nardos? ¿Mi casa es una tela de algodón con la que se puede vestir muñecas, hacer cortinas nuevas o sacar cuatro trapos de cocina? ¿es una caja de galletas?


Mi casa es un lugar para dejarte entrar, y para dejarte ir. Un lugar para no cambiar por otro y para cambiarlo de lugar como si tuviera ruedas. Un espacio para guardarme mi bondad en un cajón cerrado a los reclamos. Una propiedad privada, como puedes ver, y con la puerta abierta.

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